Descripción del proyecto

El patio mediterráneo: un relajante oasis entre paredes

Se designa bajo este nombre, el cual incluso se ha colado en el léxico anglosajón, a un espacio ajardinado más o menos limitado y cerrado donde se produce una hibridación entre los materiales tradicionales de cada región y la flora ornamental.

El patio mediterráneo brilla por la integración de mosaicos en paredes y suelos, conformados por cenefas geométricas, herencia de la cultura islámica en el caso de España, o el empleo de conchas típico en regiones próximas al mar, donde aparecen incrustadas tanto en paredes como en suelos o maceteros creando marcos y formas muy variadas. Y por supuesto los suelos empedrados o adoquinados, los cuales poseían en algunos casos un valor didáctico/evangelizador para las masas analfabetas de otras épocas. En este espacio, los maceteros de barro cocido se utilizan en paredes o agrupados en distintos niveles, masas en forma o no de topiarias o alineaciones para ubicar la vegetación en zonas soladas y se introducen materiales de construcción (y técnicas) propios de cada cultura, trabajos en madera o incluso restos arqueológicos, representativos generalmente de la antigüedad clásica que dotan a cada región de características distintivas.

Patio donde se representan varios elementos característicos de los patios: el agua ornamental, los suelos empedrados y la plantas en maceteros de barro con floraciones de color vivo (Córdoba, España)

La variedad de materiales facilita la propia “variabilidad genética” en el paisaje, tanto por la gama de color, textura, posibilidades de trabajo de la piedra, etc. que ofrecen las distintas rocas en el “hardware” del paisajismo como por la génesis del suelo que conforman estos materiales parentales y, por tanto, el tipo de planta adaptadas a ese medio.

A esto, se le suma la enorme variedad cromática, destacable en el patio mediterráneo, y debida tanto a los minerales que componen las arcillas para la fabricación de tiestos, platos o tejas como a las intensas floraciones de las plantas enmacetadas, que en muchas ocasiones recuerdan a pinceladas en un lienzo y que jugarán con los reflejos del agua de fuentes y acequias.

La obra “Embalse, Alcázar de Sevilla” de Joaquín Sorolla encierra en sí misma la esencia del patio: luz, reflejos y color

En cierto modo, el patio, que originalmente parece contener en cierto modo la vegetación al ubicarse esta dentro de los límites de macetas y jardineras, puede adquirir mayor libertad, mayor grado de naturalidad, al esparcir la vegetación en el suelo. Si bien es cierto que tradicionalmente también existen formaciones de especies como boj, romero o mirto, o pies aislados de ciprés o naranjo, establecidos directamente en el suelo, estos suelen emplearse de una forma regular o geométrica (ver Patio de los Naranjos de Córdoba). En un enfoque más actual del patio, los pies arbóreos y arbustivos se ubican aparentemente al azar, con mayor grado de libertad en el desarrollo de la planta según su hábito de crecimiento y creando una vegetación que se acerca a lo que puede encontrarse en el matorral mediterráneo.