Nuestra inspiración
Bases del Xeropaisajismo®
La jardinería musulmana o el jardín hispanoárabe propiamente dicho por su desarrollo dentro de la Península Ibérica, destaca como un caso muy particular dentro de los espacios ajardinados durante la Edad Media.
Mientras que en la Europa cristiana occidental la “jardinería” se reducía prácticamente a zonas muy utilitarias dentro de espacios monásticos, destinadas esencialmente al cultivo de especies hortícolas o frutales, plantas con algún principio medicinal y, en ocasiones, algunas variedades ornamentales destinadas a la obtención de flores para el adorno de los altares; en la zona peninsular ocupada por el Emirato Independiente Omeya (posteriormente proclamado Califato de Córdoba en el año 929) se desarrollaron nuevas tendencias con una funcionalidad menos marcada y donde el valor ornamental cobra una dimensión estética y espiritual, ligada a la imagen del Paraíso.
- Por un lado, la jardinería árabe desarrollada en la península se basó, botánicamente hablando, en el empleo de especies adaptadas a las contingencias del clima mediterráneo. Así, destaca el empleo de especies como el ciprés, el mirto (o arrayán en la tradición musulmana), la adelfa o el boj.
- Así mismo, y seguramente por el contacto con otras civilizaciones y costumbres que supuso la conquista árabe de Persia, se introducen especies de origen asiático, como son el limonero o el naranjo y que hoy en día siguen siendo representativas de espacios tan emblemáticos como el patio de los naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Especialmente el naranjo, no se considera una especie xerofítica propiamente dicha, ya que su origen se remonta a zonas bastante húmedas, incluso ocasionalmente inundadas, de China.
Fundamentalmente en las técnicas de irrigación que este pueblo desarrolló, con una finalidad tanto agronómica, para el mantenimiento de estrato vegetal, como paisajística por el uso ornamental del agua. Al igual que los romanos, la cultura árabe fue pródiga en la construcción de presas. En general, estas obras hidráulicas estaban menos vinculadas a la retención de grandes cantidades de agua y destinadas a la elevación y desviación de cauces hacia los puntos necesarios. Esto supone no sólo una mejora del suministro hídrico, sino que, en ocasiones suponía una mejora de la fertilidad de los suelos, ya que se inundaban parcelas que recogían los depósitos de partículas que arrastraban la corrientes (ver Actívalo). Estas construcciones se denominaban azudes y aún son típicas en regiones con una fuerte tradición de regadío como la Comunidad Valenciana o Murcia.
Los árabes también instauraron numerosas norias, tanto en márgenes de ríos como en canales para el riego de jardines en algunos casos y, más comúnmente, para la irrigación de huertas productivas. Son conocidas las norias ubicadas ciudades como Córdoba, Sevilla o Toledo y, especialmente, las de zonas ribereñas del este peninsular, principalmente en Murcia. Dentro de las ciudades, los pueblos hispanoárabes potenciaron la vuelta a las redes urbanas de abastecimiento de agua (y sobre todo a la separación de aguas residuales y fecales, pero eso es otra historia) por medio de sistemas de acequias y aljibes para su distribución desde los grandes surgimientos de agua.
Esto queda patente, por ejemplo, en la infraestructura hidráulica creada para abastecer a la Granada del siglo XI, donde se canalizaba agua por medio de la acequia de Aynadamar desde 10 km al norte, en Fuente Grande, hasta el recinto de la Alcazaba, primera construcción realizada en la Alhambra, y donde se encontraba el mayor aljibe de la ciudad con 300 m3 de capacidad, el aljibe del Rey o al-Qadim, a partir del cual se surtiría toda una red de aljibes en el barrio del Albaicín. En lo puramente referido a los espacios ajardinados, el agua se aportaría por medio de acequias paralelas a los caminos o en medio de los mismos, a los distintos cultivos, aportando tanto el riego necesario como su placentero arrullo al fluir. Célebres son las instalaciones tanto para la exhibición del agua como elemento ornamental, como ocurre en del Patio de los Arrayanes o de la Alberca, o el Patio de la Acequia en la Alhambra, o para su distribución de manera racional a las distintas zonas ajardinadas. Los jardines islámicos del Real Alcázar de Sevilla destacan por su empleo del agua, recogidas en albercas centrales en los patios de la Doncellas o del Yeso.
Así, toda esta red constituye un magnífico ejemplo de uso eficiente del agua, con un destino concreto y sin derroches, dada la conciencia árabe del bien escaso que supone el agua.
Los rain gardens son jardines en los que se aprovecha el agua de lluvia de tormentas y permite que se infiltre en la tierra hasta un 30% más que un jardín convencional. Al eliminar las superficies vegetales debido al desarrollo humano, es importante buscar métodos de aprovechamiento del agua de las tormentas que se pierde por escorrentía y provoca grandes problemas ambientales por las inundaciones y la erosión. Lo que se pretende es mantener el agua en el suelo y evitar esa pérdida de agua que además arrastra sustancias contaminantes del suelo tales como fertilizantes, pesticidas, aceites o metales pesados, acabando en nuestros ríos y lagos. Otra de las ventajas en este aspecto es que se consigue aumentar la reserva de los acuíferos. Esta idea es aplicada a los jardines de los hogares aprovechando superficies impermeables como los tejados o aceras por los que discurrirá el agua de las tormentas y se hace que llegue hasta las plantas del jardín, reteniéndola mediante la formación de alcorques.
En el momento de llevarlo a cabo es importante que la pendiente del jardín no supere el 10% y que el sustrato deje penetrar el agua fácilmente. Así mismo se puede favorecer el efecto del diseño de un rain garden seleccionando plantas con un sistema radicular profundo, que sean tolerantes a la sequía, pero con preferencia a evitar dentro de estas las que requieran un sustrato muy drenante. Estas características las cumplen muchas de las especies autóctonas. Se debe emplear un buen acolchado para retener la humedad del sustrato y evitar la aparición de malas hierbas.
Al igual que en el xeropaisajismo, existe una intención de sostenibilidad en cuanto a los recursos hídricos, y tienen en común la idea de tener un jardín atractivo sin necesidad de regar frecuentemente o incluso pudiendo suprimir los riegos, resistente a periodos de sequía una vez las plantas se han establecido.
Es un tipo de paisajismo originario de Oregón (EE.UU.) que trata de usar un diseño elegante y plantas específicas para reducir el impacto medioambiental del lugar a ajardinar mientras se crea un espacio estético y utilizable. Se centra en favorecer los procesos y ciclos naturales, empleando especies autóctonas que, al estar adaptadas al clima y suelo de la zona, necesitan muy poco o ningún riego, y no requieren fertilización o cuidados una vez establecidas.
Es parecido al xeropaisajismo ya que busca el ahorro de agua y un bajo mantenimiento, aportando la idea de mantenimiento de la biodiversidad en el diseño para proveer de un valioso hábitat para fauna silvestre beneficiosa como pájaros, abejas, mariposas, etc. Además, se busca minimizar el uso de productos químicos como pesticidas o fertilizantes. Al emplear plantas autóctonas se favorece la aparición de plagas propias del lugar, pero también de una fauna auxiliar muy rica que mantendrá el equilibrio, habrá una población de insectos perjudiciales para las plantas que apenas les afecte en su desarrollo. Por otra parte, se favorece la fortaleza de las plantas frente a las plagas situándolas en el lugar adecuado en cuanto a exposición solar y viento, además de proveyéndolas del riego adecuado. El uso de fertilizantes no es tan necesario al emplear compost propio o dejando descomponerse las hojas secas en el suelo y favorecer la existencia de una gran fauna y micro flora edáfica que ponen a disposición de las plantas sus nutrientes necesarios. (ver Actívalo).
O’DONNELL YOUNG, B. The Naturescaping Workbook: A Step-by-Step Guide for Bringing Nature To Your Backyard.
Es un tipo de jardín seco originario de Japón que consiste en la creación de un espacio con arena, grava y piedras, dispuestas de forma sencilla para favorecer el relajamiento y la meditación.
Se basan en la simbología en la que las rocas representan islas o montañas, y la arena o grava simbolizan las olas del mar circundante al rastrillarlo.
Dado que no utiliza ningún tipo de planta o muy pocas plantas (hierba, musgos, helechos, bonsáis), el requerimiento de agua es prácticamente nulo, por lo que su mantenimiento es relativamente sencillo.
Es un estilo de jardinería originario del suroeste de Estados Unidos cuyo origen es debido a la escasez de agua, el incremento de su precio y el aumento de las zonas urbanizadas del suroeste americano. Pensado para un clima de temperaturas extremas, representa las zonas áridas y secas de los estados de Texas a California del Sur. Aquí también el agua es escasa, pero puede haber ríos o láminas de agua que dan la sensación de alivio de un oasis, y a su vez es un jardín de bajo mantenimiento, simple y funcional. Para llevarlo a cabo se emplean especies autóctonas resistentes a prolongados periodos de sequía y elementos constructivos. Es característico por sus elementos de América nativa y de herencia española. Un elemento importante es el patio, una zona sombreada (importante sobre todo para el verano) que se convierte en una extensión de la casa en el que forman parte de él plantas en macetas, decoraciones en paredes y accesorios coloridos.
Este tipo de paisajismo ha ganado en popularidad porque se ahorra agua a la vez que se consigue un aspecto rústico atractivo. Dentro de estos paisajes se prodiga bastante el lecho de río seco, lo que básicamente consiste en simular un curso natural de agua en el jardín con el cuso seco de un arroyo. Para conseguirlo se mezclan guijarros, cantos rodado y rocas de diferente tamaño, acordes con la región donde esté situado el jardín y colocadas de forma serpenteante lo más natural posible. Aparte del atractivo visual, puede tener la función de canalizar el agua de tormenta para evitar la erosión del suelo.
Uno de los más que posibles antecedentes al xeropaisajismo es el cultivo de especies adaptadas al clima mediterráneo como la higuera, la vid, el olivo y el trigo. Vienen a la mente esas espectaculares líneas de lavandas en flor de los campos de cultivo de la Toscana italiana o de la Provenza francesa que tantas veces hemos visto en libros y revistas. Estas lavandas se llevan cultivando desde hace mucho tiempo para la obtención de aceites esenciales, pero casi sin quererlo forman un gran espectáculo paisajístico. La creación del jardín mediterráneo parte de estos cultivos.
El jardín mediterráneo es un tipo de jardín que prospera sin o con muy poco riego y apenas necesita mantenimiento, en climas menos extremos en los que se emplea el xeropaisajismo. Tiene muchas ventajas que lo hacen agradable durante todo el año. La principal es que la lluvia invernal está garantizada, con lo que las plantas pueden prosperar y prepararse para la sequía estival. Esto hace que no haya que aportar apenas agua, acentuándose si se eligen las especies apropiadas como las autóctonas resistentes a la sequía. Con ayuda del acolchado se ayuda, además, a que las plantas resistan mejor la sequía y se establezcan (ver Protégelo). Por otro lado, los frecuentes inviernos soleados hacen que en muchas plantas perennes tenga lugar la floración. De hecho, el periodo menos favorable para el jardín es el verano. El clima mediterráneo favorece todo un amplio rango de especies, apropiadas para cada zona del jardín y adaptadas a sus condiciones, por lo que las especies autóctonas rara vez tienen problemas de plagas o enfermedades, no necesitan pesticidas, y esto hace que se reduzcan los costes, al igual que con el uso de agua o de fertilizantes.
Pero no todo son ventajas en el jardín mediterráneo.
- Este clima se caracteriza por su gran intensidad solar y lumínica, además de la marcada lluvia estacional. Esto hace que el verano sea un periodo muy desfavorable.
- Las plantas de este tipo de jardín lo sobrellevan entrando en latencia para retomar el crecimiento con las primeras lluvias otoñales y/o mediante otra serie de mecanismos que mejoran su supervivencia (ver Adaptaciones morfológicas y fisiológicas contra el estrés hídrico). Más información: Mediterranean Garden Society
El Xeropaisajismo® hoy en día
La palabra xeropaisajismo® se origina de la adaptación al castellano del término anglosajón xeriscape, el cual es a su vez una fusión del prefijo griego xero, seco en griego, y el sufijo -scape, proveniente de landscape, paisaje en inglés, y que seguramente, en aras de mejorar su sonoridad, sustituyó la o final del prefijo griego por una i.
Esta tendencia paisajística se crea en 1981 por el “Denver Water Department”, Colorado (EE.UU.), liderados por el especialista Ken Ball y con un programa educativo y un jardín de demostración (Denver Botanic Gardens, “Dryland Mesa”, 1986) que desde 1999 sólo se riega cuando se añaden nuevas plantas. El xeriscape encarna un cambio en el tipo de paisajismo para hacer un uso racional del agua, impulsado por las sequías periódicas de los estados del suroeste estadounidense, con el precedente de la gran sequía de 1977. Además, se reconoció que cerca del 50% del agua consumida en los hogares de estas regiones se destinaba al riego del césped y otros ajardinamientos tradicionales, por lo que se hizo necesario la divulgación de esta nueva concepción en la jardinería. Ya en 1985, debido a la gran demanda de información existente, se creó una organización sin ánimo de lucro que se encargó de su divulgación: el Consejo Nacional para el xeriscape (National Xeriscape Council, Inc.).
Denver es una ciudad situada en la cara oriental y seca de las Montañas Rocosas, donde se produce el fenómeno ambiental conocido como “sombra de lluvia” o efecto Föhn. Esto provoca que la mayoría de las precipitaciones se pierdan ya que el aire caliente y húmedo de la cara occidental asciende, encuentra un obstáculo y, al enfriarse, el vapor de agua se condensa formándose nubes y lluvias. El resultado es el descenso de un viento muy seco y cálido hacia la ciudad, alcanzándose sólo 380 mm de precipitación media al año. Como la mayoría de la población de Colorado vive en la cara seca de las montañas, se acentúa más la importancia del ahorro de agua en su jardinería y paisajismo. Esta experiencia se trasladó a otras zonas con clima similar al de Colorado o en casos en los que se quería emplear muy poca agua de riego y tener un mantenimiento muy bajo. De hecho, ya a principios de los 90 se extendió a 41 estados y 3 países más, con una importante población. El xeropaisajismo implica el empleo de zonas de plantación diferenciadas para que plantas de todo tipo de requerimiento de agua puedan crecer juntas en el paisaje. Así se permite un ajuste más apropiado a los requerimientos hídricos de las plantas que si estuvieran repartidas por el paisaje, a la vez que se diseñan las hidrozonas o zonas de riego en las que se divide un jardín agrupando las especies con requerimientos de agua similares (ver Hidrozonas).
Está basado en siete principios:
- Planificación y diseño para ahorrar agua, aumentar el grado atractivo y proporcionar utilidad.
- Mejora del suelo, cambiando la textura del suelo para permitir a las plantas establecerse y aumentar la disponibilidad de agua.
- Riego eficiente, con diferenciación según la zona, regando de forma espaciada y en profundidad para favorecer el desarrollo de sistemas radiculares profundos, y cuando no haya sol para evitar pérdidas por evaporación directa desde el suelo. Aplicar el coeficiente de jardín “KL” (Costello, 1991) para estimar las necesidades de las plantas.
- Seleccionar plantas adecuadas y agruparlas según requerimientos similares de agua, hacer zonificación.
- Acolchado para reducir la evaporación del agua del suelo y aumentar la capacidad de retención de agua.
- Buscar alternativas al césped o limitarlo a extensiones prácticas.
- Mantenimiento adecuado, siendo muy pequeña la necesidad de aplicar fertilizantes, pesticidas y otros fitosanitarios. La poda y siega irán encaminadas a reducir el estrés de la planta.
- Ahorro de agua: empleando plantas autóctonas (mejor adaptadas al medio) y resistentes a la sequía.
- Ahorro de tiempo: al sustituir el césped y otras plantas exigentes en riego por especies xerófitas, se reduce el tiempo regando, fertilizando y segando.
- Ahorro de dinero: reduciendo el uso de agua en el riego se reduce la factura del agua y, además, la mejora estética del jardín hace que aumente el valor de la propiedad.
- Prevenir la erosión por escorrentía del agua de tormentas.
- Disminuir los efectos de la dilatación y agrietamiento del suelo.
En definitiva, el fin es tener un jardín en el que se tenga que gastar poca agua, que prospere con las precipitaciones del lugar. No quiere decir que sea exclusivamente de zonas con grandes periodos de sequía, ya que es aplicable a un jardín del norte, por ejemplo, sólo que habrá que tomar menos medidas de aprovechamiento de agua.
A la hora de conocer las necesidades hídricas de las plantas se hacen necesarios una serie de cálculos para cuantificarlo. Por eso se creó el coeficiente de cultivo (KC) para su empleo en la fórmula:
ETC = ET0 * KC
Donde ETC es la Evapotranspiración y ET0 la Evapotranspiración de referencia. La evapotranspiración representa las necesidades hídricas y se considera como la pérdida de agua por la suma de la evaporación del agua del suelo y la transpiración de la planta a través de sus órganos o lo que es lo mismo, el consumo de la planta. Depende de las condiciones climáticas y del tipo de planta, cuantificado mediante la ET0 y la KC respectivamente. Normalmente, la evapotranspiración se expresa en milímetros (litros) de agua evapotranspirada por día (mm/día).
Pero la diversidad de especies e hidrozonas, los diferentes tipos de densidad de plantación y los microclimas (debidos a la orientación, exposición solar, viento, etc.), hacen difícil este cálculo con el coeficiente de cultivo. Por eso, Costello et al. (2000) vieron que era necesario el uso de un nuevo coeficiente teniendo en cuenta estas variables, el llamado coeficiente de jardín (KL o landscape coefficient):
KL = ks * kd * kmc
Donde ks es el factor especie, kd es el factor densidad de plantación y kmc es el factor microclima.
Puedes ampliar la información en el artículo “Cálculo de la demanda hídrica“.
El xeropaisajismo en España se extendió en la década de los 90 influenciado por las condiciones climáticas, la escasez de agua y la sequía que afectó a la mayoría de la Península en esa época. En la actualidad, existen graves carencias de agua en determinadas zonas que hacen necesario la aplicación de técnicas de jardinería más sostenibles, con un uso eficiente del agua, como el xeropaisajismo. Además, debido a la influencia de los jardines ingleses, se ha generalizado el modelo de jardinería de grandes extensiones de césped que estéticamente son muy llamativas, pero que consume y derrocha gran cantidad de agua, necesaria para su elevado mantenimiento. Hay que tener en cuenta que el césped es propio de otros países donde las condiciones meteorológicas son muy favorables y hacen que se desarrollen de forma natural. En definitiva, se ha llegado a un diseño de jardines inapropiado para gran parte de nuestro territorio.
En nuestro país aparece la primera referencia al xeriscaping en el año 1991 en un artículo del número 67 de la revista Horticultura de la mano de Silvia Burés, Ingeniera agrónoma y Decana del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Cataluña, titulado “El Xeriscape, un nuevo concepto de jardinería”. En 1993 registró el término “Xerojardinería” e introdujo esta práctica con la publicación de un libro de referencia homónimo perteneciente a la colección “Compendios de Horticultura” (Ediciones de Horticultura, Junta de Andalucía). En 1998, debido al avance de la xerojardinería en España, saca a la luz un segundo volumen de la publicación, en el que se muestran las distintas visiones de los conocedores y profesionales relacionados con la xerojardinería, a la vez que se describe la evolución de la técnica a lo largo de estos cinco años.
Dicha publicación coincidió con la creación de un Grupo Promotor de Trabajos sobre Xerojardinería.
En 1994 hubo un interés creciente por la búsqueda de nuevas especies autóctonas para su empleo en jardinería, como aplicación de uno de los principios del xeropaisajismo. Esto se vio reflejado en la puesta en marcha del proyecto “Introducción de nuevas especies autóctonas y exóticas para Xerojardinería” llevado a cabo por el Instituto Madrileño de Investigación Agraria y Alimentaria (IMIA) en colaboración con el Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz. En dicho proyecto se estudió la adaptación de las especies en jardinería pública y se incentivó su uso en jardines de bajo requerimiento hídrico de la Comunidad de Madrid, para más adelante llevarlo al ámbito de la jardinería privada y difundir el empleo de estas especies.
La importancia del ahorro de agua en jardinería vino marcada en diciembre de 1999 por las Jornadas Internacionales sobre el Uso Racional del Agua que se celebraron en Alcobendas. En octubre de un año más tarde, se celebraron las Jornadas Internacionales de Xerojardinería Mediterránea, en las que se potenció la divulgación de esta jardinería enfocándose en el ahorro de agua para el diseño de parques y jardines, ya fueran públicos o privados.
En el año 2000 se publicó el libro “Avances en Xerojardinería”, coordinado por Silvia Burés y coeditado por la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía y Ediciones de Horticultura S.L, como respuesta a la preocupación del gobierno andaluz por el uso racional del agua incentivado por las frecuentes sequías y aportando como una de las soluciones la Xerojardinería.
Actualmente los usos de estas técnicas están ampliamente difundidos, no es difícil encontrarse xerojardines en cualquier ciudad y se ha entendido que un jardín de este tipo puede tener tanta belleza como cualquier otro jardín tradicional (Sánchez Lorenzo, J.M.). Además, se ha incorporado la xerojardinería en las normativas de varios ayuntamientos o Comunidades Autónomas como es el caso de las Islas Baleares, Comunidad de Madrid, Zaragoza o el ya citado caso de la Junta de Andalucía.