Métodos de suministro de agua aplicables al Xeropaisajismo®
Una vez sabemos la cantidad de agua que debemos aplicar al xeropaisaje en cada hidrozona y en cada momento debemos elegir el método para hacerlo: aspersión, microdifusión, goteros integrados o pinchados, tubo poroso exudante, manta de riego.
En cada caso será necesario evaluar la oportunidad de uno u otro sistema, sabiendo que la eficiencia va a mejorar cuanto más cerca está el emisor de la raíz de la planta, pero los costes de mantenimiento aumentan cuanto más enterrado está el sistema.
Elegido el sistema y conocidos los valores de caudal que nos da el fabricante del material podemos establecer una relación entre necesidades brutas y pluviometría del sistema por hora y metro cuadrado. Obtendremos entonces los valores de tiempo de riego.
Será conveniente analizar la manera de aplicar ese riego a lo largo del tiempo. Puede ser interesante hacerlo repartido a lo largo de la jornada, o incluso de la semana o el mes, para forzar a las plantas a explorar en busca de esa agua. En otros casos se hará aconsejable mantener un suelo húmedo de manera casi constante, como es el caso del momento de plantación de muchas especies.
Una vez identificados los tiempos de riego para cada hidrozona podremos programar el riego de todo el xeropaisaje. Si estamos hablando de xeropaisajismo® no debemos olvidar que hay que tratar de aprovechar cada gota de agua que entra en la parcela. Es importante que evaluemos todas las posibilidades que nos brinda la tecnología para recuperar aguas de lluvia, sobrantes provenientes del sistema de drenaje, aguas grises, e incluso depuradas o recicladas. Se pueden almacenar en aljibes.
También podemos diseñar el jardín de manera que el agua que caiga sobre las zonas pavimentadas discurra por gravedad hacia las zonas ajardinadas si tenemos la precaución de ubicar las últimas en una cota inferior. Todo esto cobra mayor importancia si, además del impacto que va a producir el ahorro de agua en nuestra economía, tenemos en cuenta que en muchas localidades se están promulgando leyes encaminadas a regular y limitar el uso del agua para el riego de los jardines, tanto particulares como públicos.
Es fundamental escoger un material de riego de gran calidad y realizar el diseño y montaje del sistema cuidando cada uno de los detalles con extrema atención. Se han dado muchos casos en los que, por un pírrico ahorro se ha adquirido un material mediocre y, posteriormente, la acción de los rayos UVA lo ha deteriorado o los goteros han comenzado a dar problemas y se ha tenido que efectuar un fuerte desembolso económico para solventar los daños.
Si los emisores están bien escogidos y situados con precisión y los cálculos de demandas hídricas se han desarrollado de manera adecuada, comprobaremos en poco tiempo que el jardín crece con vigor. Las raíces de las plantas van a tener agua disponible y el estrés hídrico va a ser mínimo.
Vamos a exponer algunos sistemas de conducción y emisión de riego valorando su eficiencia y analizando sus características fundamentales.
- Conducción del agua. La instalación completa de riego va a necesitar del empleo de diferentes tuberías en función del caudal y de la presión de cada punto. Se entiende que las mayores presiones y caudales se localizarán en el área próxima a la acometida de agua y el cabezal de riego o el nido de electroválvulas. Para esta zona emplearemos tuberías de polietileno de mayor presión nominal y diámetro. Luego, en función del tipo de emisores que se encuentren más allá del punto de electroválvula la presión va a tener que irse reduciendo hasta unos pocos bares (1.5 bar en el caso de los goteros pinchados, microdifusión… y superiores si son difusores o aspersores) y, por tanto, también se verá reducida la sección y densidad de las tuberías. En jardines de gran tamaño y complejidad del sistema de riego habrá que realizar cálculos de caudales, presiones y pérdidas de carga para diseñar el sistema de manera precisa, ya que el coste de la instalación puede variar enormemente si se estima al alza todo el entramado de tubos.
- Aspersores y difusores. Lanzan agua a cierta distancia. Y los denominamos emisores. Los hay de mayor y menor alcance, de mayor o menor presión de funcionamiento e incluso de baja presión (micro- aspersores y micro-difusores) Como esta tiene que recorrer un espacio antes de tener contacto con el suelo se producen pérdidas debidas al viento y a la evaporación. Este tipo de emisores puede ser oportuno para, por ejemplo, regar rocallas en las que resulte complicado instalar otros sistemas más localizados. También, obviamente, para el riego de praderas, aunque, como luego veremos, existen sistemas novedosos que pueden mejorar la eficiencia para estas últimas.
- Tuberías de goteros: existen básicamente dos tipos de goteros.
- Goteros integrados. Estos van embutidos en el tubo de riego. Cada fabricante confecciona estos tubos con unas características que habrá que valorar como: distancia entre goteros, goteros autocompensantes o no, presión y caudal de funcionamiento. etc. En algunos casos esta tubería puede estar enterrada, aunque esto no es nada recomendable debido a problemas de estrangulamiento por raíces, obturación de goteros y dificultad de rectificaciones posteriores.
- Goteros pinchados. Una vez tendido el tubo de riego haciéndolo pasar por aquellos puntos en los que nos interesa que se forme el bulbo húmedo, pincharemos goteros en dichos puntos. Estos goteros se escogerán también atendiendo a su valor de caudal, presión de funcionamiento, autocompensante o no… En algunos casos podremos acercar el gotero a la planta utilizando microtubo si vemos que es complicado acercar el tubo general.
- Borboteadores o empapadores. Se trata de elementos que se pinchan en la tubería pero que, a diferencia de los goteros, emiten un mayor caudal que, lógicamente, produce un bulbo húmedo mucho mayor en menos tiempo.
- Tuberías exudantes. El agua es exudada a través de la superficie de la tubería. Suele trabajar a poca presión y resulta muy eficiente en casos de riego de macizos que necesitan una lámina de agua amplia y constante. También se utilizan para pequeños huertos tipo “parades en crestall”. Presentan el inconveniente de que deben instalarse en zonas de mínimo desnivel. Sistema de riego radicular (árboles) o RZWS. A través de uno o varios tubos verticales situados de forma paralela a las raíces del árbol introducimos el agua de riego (y nutrientes) de manera que alcancen las zonas más profundas a explorar por las raíces.
- Mantas de riego. Se trata de una tela realizada en un material que se embebe con facilidad y por el que circulan tubos de riego de goteros integrados o de tipo exudante. La manta se empapa y transmite el agua a la tierra por capilaridad. Es ideal para el riego de praderas. Presenta la ventaja, frente a la aspersión o difusión de que el agua no puede ser arrastrada por el viento ni evaporada. Además, los espacios pueden ser regados, aunque se estén utilizando. Inconveniente claro es que un simple trabajo con pala para remover la tierra puede dañar todo el sistema.
En un xeropaisaje vamos a tratar de reducir al mínimo la cantidad de emisores de tipo difusor o aspersor, incluso para riego de praderas, ya que como hemos visto, son los que menor nivel eficiencia de riego poseen. Vamos a priorizar el empleo de emisores que mantengan un bulbo húmedo que corresponda con la zona radicular y que fuercen a esta a desarrollarse en profundidad. Esto, como es sabido, también depende en buena medida de la textura más o menos arenosa o arcillosa por lo que volvemos a insistir en que la estructura de nuestro suelo es un aspecto fundamental y al que hay que dedicar muchísima atención.
En muchos casos lo adecuado es que el suelo se irrigue en horas en las que la evaporación es mínima, generalmente por la noche, y no siempre podrá haber una persona pendiente de ello. Es imprescindible contar con un buen sistema de programación de riego. Tenemos además la posibilidad de obtener nuestros propios datos ubicando estratégicamente sensores de humedad o tensiómetros y una estación meteorológica que recoja datos de pluviometría. Estos datos indicadores de la humedad de nuestro suelo y de la precipitación se coordinarán en un dispositivo informático que medirá la cantidad de agua presente y en tiempo real y la comparará con las cantidades estimadas como necesidades hídricas del jardín. Este balance será el que permita al programador de riego accionar, o no, cada electroválvula. Así, en definitiva, el jardín se regará no de forma rutinaria, sino cuando las raíces no tengan garantizada la cantidad de agua necesaria para que las plantas estén bellas. Estaremos hablando de programación a demanda frente a programación por tiempos preestablecidos. Estaremos hablando de eficiencia en el riego y, por tanto, de xeropaisajismo®.
Como hemos comentado, habrá que tomar decisiones respecto a los intervalos de aplicación de los riegos. Ya que uno de los objetivos principales del xeropaisajismo® es el de minimizar consumos de agua, no debemos acostumbrar a la planta a que la encuentre siempre y con facilidad. Hay que intentar forzar progresivamente a las raíces a explorar cada vez en estratos más profundos del suelo. Así, deberemos aumentar el tiempo entre riego y riego. De esta manera irán, poco a poco necesitando menos aporte de agua, ya que es en esos estratos en donde se almacenará el agua durante más tiempo. Además, en hipotéticos casos de sequía y/o restricciones de agua, las plantas que tengan sistemas radiculares más desarrollados serán las que tengan más oportunidades de sobrevivir.
Para llegar a este objetivo habrá que cuidar también mucho el calendario de plantación. Si plantamos a principios de otoño, las raíces tendrán tiempo de desarrollarse y fortalecerse de manera que cuando llegue el tiempo frío la planta se encuentre aclimatada y resista más las heladas y en verano tengan menos necesidad de riegos superficiales y continuos.
El hecho de regar “a demanda” por medio de sensores de humedad no se contradice con la práctica de espaciar riegos, ya que lo que estamos proponiendo es introducir los sensores en la tierra a una profundidad tal que nos indiquen en qué momento se alcanza el umbral de humedad de seguridad que habremos prefijado. Lógicamente, tras la lluvia o tras un riego, el agua disponible para las plantas va a ir disminuyendo progresivamente debido a la evapotranspiración y la percolación. Hay un momento en que la falta de agua es tal que incluso las plantas más resistentes no van a poder sobrevivir, con excepción de las crasas con metabolismo CAM.
Así pues, fijaremos un punto en el que la información dada por el sensor sobre la humedad real active de nuevo el riego y que estará situado en algún lugar entre el máximo, o suelo a capacidad de campo, y el mínimo, o punto de marchitez. En la medida en que fijemos ese punto de seguridad (nivel de agotamiento permisible) más arriba o más abajo, estaremos espaciando más o menos el tiempo entre riegos. Así también, controlaremos la profundidad a la que queremos que lleguen las raíces situando el sensor a una profundidad determinada. En el momento en que se dé la señal de alarma el riego se accionará hasta alcanzar de nuevo el nivel máximo de humedad.
RAÚL SÁNCHEZ PÉREZ, PAISAJISTA
JUAN JOSÉ GARCÍA MORENO, INGENIERO AGRÓNOMO ESPECIALIZADO EN PRODUCCIÓN VEGETAL